El Objetivo 13 de Desarrollo Sostenible (ODS) destaca un propósito claro y urgente: adoptar medidas inmediatas para combatir los estragos del cambio climático y sus efectos colaterales. Las cifras son alarmantes que delinean la situación actual y las acciones esenciales para mitigar los impactos ambientales.
Las emisiones de gases de efecto invernadero han catapultado a nuestro planeta hacia una era de calentamiento sin precedentes. El efecto es innegable: la temperatura promedio global ha aumentado alrededor de 1.2°C desde la era preindustrial. Si persistimos en la inacción, el escenario que se vislumbra es incierto, pues aumentará hasta 3.2°C para finales de siglo, desencadenando consecuencias devastadoras en los ecosistemas, la biodiversidad y la vida humana.
El dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero han saturado la atmósfera, catapultando las emisiones a niveles récord. En 2019, se alcanzó la alarmante cifra de 59.1 gigatoneladas de CO2 equivalente, alimentando la espiral del calentamiento. El resultado es la acidificación de los océanos, la pérdida de glaciares y un aumento del nivel del mar que amenaza las costas y las poblaciones costeras.
Las cifras podrían pintar un panorama desolador, pero el Objetivo 13 también trae consigo un llamado a la acción esperanzador. Las soluciones son factibles y vitales para construir un futuro resiliente. Un de ellas es la Transformación Energética, la transición de los combustibles fósiles a fuentes de energía renovable es un pilar fundamental para reducir las emisiones y desacelerar el calentamiento.
El diseño de estrategias de adaptación y resiliencia es clave para enfrentar los efectos inevitables del cambio climático, protegiendo a las comunidades más vulnerables. Asimismo, la preservación de bosques, manglares y otros ecosistemas esencialmente actúa como un amortiguador ante el calentamiento, contribuyendo a la absorción del carbono.
La concienciación y la educación sobre el cambio climático son pilares para movilizar a la sociedad hacia la adopción de prácticas más sostenible, además el cambio climático no reconoce fronteras. La cooperación entre naciones es fundamental para enfrentar este desafío global.
Las cifras impactantes nos exigen acción, y las soluciones están a nuestro alcance. A través de un esfuerzo colectivo y la toma de decisiones, podemos contrarrestar el calentamiento global y forjar un futuro en el que el equilibrio con nuestro entorno sea la alternativa sostenible.