En el escenario mundial, que se caracteriza por los fenómenos naturales del cambio climático y la sobreexplotación de recursos, el Objetivo 12 de Desarrollo Sostenible (ODS) que garantiza las modalidades de consumo y producción sostenibles, se erige como la alternativa para combatir esta problemática.
Este se fundamenta en impulsar la producción y el consumo responsables, transformando la manera en que interactuamos con nuestro entorno. Las cifras, ineludibles en su impacto, revelan una realidad contundente. Un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial, equivalente a 1.300 millones de toneladas, se pierden o desperdician anualmente.
Este derroche que no solo afecta la seguridad alimentaria, sino que también genera una huella ambiental abrumadora. Además, supera ampliamente la capacidad regenerativa de los recursos naturales del planeta en un 56%, un grito silente de agotamiento.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor del 25% de los alimentos producidos en Ecuador, destinados al consumo humano, acaban en la basura. Un derroche que no solo desafía la seguridad alimentaria, sino que también añade presión a los recursos naturales.
En este desafío, la innovación y la acción toman la vanguardia. La estrategia de economía circular emerge como un faro en el horizonte, proponiendo reducir, reutilizar y reciclar para minimizar el desperdicio y maximizar el valor de los materiales. Es un cambio de paradigma que requiere una revisión profunda de la forma en que producimos y consumimos.
El consumo consciente y responsable, enmarcado en el respeto por los recursos y las comunidades, es una alternativa. La preferencia por productos duraderos y sostenibles y la renuncia al plástico de un solo uso son ejes de un nuevo estilo de vida que promueve el equilibrio entre nuestras necesidades y el bienestar del planeta.
La educación y la sensibilización es la vía de cambio junto con la conciencia individual, generando un movimiento colectivo hacia la acción sostenible. Sin embargo, la innovación tecnológica y la colaboración también son ingredientes esenciales. El desarrollo de soluciones más limpias y eficientes, junto con la cooperación entre gobiernos, industrias y ciudadanos, despejan el camino hacia un futuro más verde.
La economía circular, el consumo responsable y la colaboración como guías, el horizonte se ilumina con la promesa de un mundo donde la producción y el consumo se equilibren con los límites del planeta, asegurando un futuro sostenible para las generaciones venideras.